Tras ver todas las obras y todas las salas del museo, las cuales estaban situadas de manera cronológica, elegimos la obra que más nos gustó, que fué la Huida a Egipto de Luisa Roldán.
Esta obra es de la época barroca, la escultura puede fecharse a comienzos del siglo XVIII, cuando el estilo de la artista gana aún más en expresividad, elegancia y frescura.
La composición de esta obra se puede apreciar ciertas pinceladas del rococó si observamos a los ángeles acompañantes, aun así la Familia se muestre algo más sosegada.
Esta escultura, apoyada sobre una base de madera, está modelada en terracota y ricamente policromada. La escena reúne las figuras del Niño Jesús, María y José con varios angelitos pendientes de la Familia en un escenario muy barroco y con frondosa y agitada vegetación, también podemos observar una fuente. Esta escena corresponde a el pasaje donde Jesús hace brotar agua de las raíces del árbol para saciar su sed, sustituyendo al manantial.
Además, en esta obra podemos observar algunos gestos cariñosos como por ejemplo, la Virgen mira y dirige la mano hacia José, y también el Niño se apoya afectivamente en su Madre, estos gestos le dan a la obra un especial encanto y delicadeza. Asimismo, podemos observar dos ángeles que podrían identificarse como los arcángeles Gabriel y Miguel, ya que son bastante frecuentes en los belenes atribuidos a Luisa Roldán.
Los personajes destacan por una especial delicadeza y dulzura de los rostros, que transmiten humanidad y placidez en su expresión. Cabe destacar las poses y los ropajes que atribuyen realismo, creando una escena narrativa y muy anecdotica.
Se puede apreciar la que seria la última fase de La Roldana, ya que, el niño tiene el pelo corto y rizado. Asimismo, podemos apreciar prendas perfectamente adornados a base de dorado, negro y rojo, con abundante decoración vegetal, mientras que en las carnaciones se opta por tonos suaves y delicados.
En cuanto a nosotras, la obra nos sugiere una escena bíblica, es decir, apreciamos un belén. Esta obra nos produce cierta ternura, ya que, los rasgos de los personajes están perfectamente tratados y expresan una gran dulzura y emoción. Además, esta obra nos sugiere cierta devoción de la autora por la religiosidad y en cuanto a nosotras, nos produce una cierta alegría, ya que, observamos la emoción y la afectividad de la familia.
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